Siete puntos de sutura en la cabeza: así acabó el Guardia Civil que tiene cuatro órdenes de alejamiento por amenazar a su exmujer, a un juez y a dos policías

El novio de su antigua pareja le abrió la cabeza con un candado de bicicleta al agente

Sucesos19/03/2024GDH DigitalGDH Digital
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Lugar de la agresiónLa agresión tuvo lugar en la avenida Rosalía de Castro, que une Carril con el centro de Vilagarcía de Arousa - Foto: MONICA IRAGO

Salió de la cárcel hace varias semanas, después de permanecer cuatro meses en prisión. Forma parte de la Guardia Civil, aunque se encuentra suspendido de empleo y sueldo.

En octubre, su volátil y peligroso comportamiento saltó a la luz pública por primera vez, al atrincherarse con una mujer en el piso que habita, en Carril (Vilagarcía de Arousa), y amenazar con disparar a quien se acercase. Un episodio que él mismo se encargó de relatar con largueza a través de su perfil de Instagram, antes de ser persuadido para que se entregase horas más tarde, bien entrada ya la madrugada.

Vuelta a las andadas

El domingo, el agente regresó a la red social para retransmitir otra escena espeluznante. Con la cara ensangrentada, después de recibir un cadenazo en la cabeza, el hombre denunciaba haber sido objeto de una agresión y afeaba a su contrincante que lo hubiese hecho con una «extensible» en lugar de los puños, en referencia a una porra. El autor del golpe, un vecino de Carril, se encargó de precisar al día siguiente, en una grabación, que se trataba, en realidad, del candado de su bicicleta.

El enfrentamiento tuvo lugar hacia las ocho de la tarde, en la avenida Rosalía de Castro. El agente quiso introducirse en un restaurante, cuya verja se hallaba todavía a media altura. Cuando le aclararon que aún no estaba abierto, el hombre abandonó el local. Fue entonces cuando su contrincante le golpeó con el candado. El individuo lleva la cabeza afeitada, así que ni siquiera había cabello que pudiese amortiguar el impacto.

A continuación, mientras se grababa, ensangrentado, él mismo reconocía que no sabía cómo no había perdido el conocimiento, al tiempo que dudaba de la «hombría» del agresor, le llamaba cobarde y aseguraba haberle partido la mandíbula de dos puñetazos. Como resultado, siete puntos de sutura en el cráneo y un brazo en cabestrillo, el mismo con el que acertó a parar otro de los golpes.

El sujeto que blandió el candado tampoco se quedó callado y relató su versión de lo ocurrido en una grabación de voz. En ella explica que está saliendo con la exmujer del agente y que ambos han sido amenazados de muerte por él. Afirma el vecino de Carril que el guardia civil lo ha llevado al límite. No solo por las amenazas, sino también por haber tratado de forzar uno de los accesos a su vivienda y romperle siete de los cristales de su automóvil. Estas, reconoce, son las razones por las que le golpeó con el candado. Eso sí, concluye el mensaje asegurando que su oponente no llegó a dañarlo: «No sé qué dice en un vídeo, pero no me hizo nada».

Ninguno de los dos es, precisamente, un alfeñique, así que no es extraño que la bronca provocase una importante inquietud entre quienes la contemplaban, antes incluso de la que sangre saltase a borbotones. La Policía Local, en primer lugar, y el Cuerpo Nacional de Policía, a continuación, se hicieron cargo de lo ocurrido, que condujo a un cruce de denuncias.

Había pertenecido a los GRS

El herido fue miembro del Grupo de Resistencia y Seguridad (GRS), una sección dentro de la Guardia Civil encargada de garantizar el orden durante las concentraciones de masas y la protección de altas personalidades. Abandonó el GRS a raíz de que sus problemas comenzasen a encadenarse.

Sobre él penden cuatro órdenes de alejamiento: con respecto a su exmujer, pero también a un juez y a dos agentes de la policía nacional, a quienes no dudó en amenazar gravemente. Fue, precisamente, la rotura de la pulsera de control telemático que porta a raíz de ser acusado de maltrato por su antigua pareja lo que en octubre puso a las fuerzas de seguridad en alerta. Cuando la Policía Nacional llegó a la vivienda que ocupa en Carril, el hombre, que mostraba síntomas claros de haber consumido alguna sustancia psicotrópica, comenzó a vociferar: «Os voy a freír a tiros».

La intervención del capitán de su destacamento y del inspector jefe de la Comisaría de Vilagarcía, Luis Hombreiro, logró convencerlo para que se entregase a los Grupos Operativos Especiales de Seguridad (GOES) que se habían desplegado en la zona. Tras su paso por la cárcel, los conflictos parecen multiplicarse.

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