La Unidad Especial de Intervención (UEI). El secreto mejor guardado de la Guardia Civil

No protagonizan series de televisión y casi no salen en la prensa. Son la élite de la Guardia Civil

Guardia Civil 31/07/2022 GDH Digital GDH Digital
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Unidad Especial de Intervención de la Guardia Civil

Base de la Unidad Especial de Intervención (UEI) en Valdemoro, febrero de 2015. El visitante ha manifestado su interés por el entrenamiento y la labor de los tiradores de precisión de la unidad, de modo que le preparan una demostración práctica. Consiste en situarse en el centro del patio, delante de unas siluetas que representan a unos rehenes y a sus secuestradores. Le piden que busque a los tiradores que están apostados en las inmediaciones, a ver si es capaz de ver a alguno. Por más que lo intenta, resulta imposible. Entonces le dicen que aguarde y mire lo que va a pasar.

Segundos más tarde retumba en el patio un único estampido: el disparo totalmente sincronizado de media docena de armas. Los proyectiles pasan por encima de su cabeza y abaten a todos los secuestradores. Como le explican, lo difícil es que seis hombres que están en tensión, y a los que igualmente se les puede ordenar que aborten el disparo, sean capaces de reaccionar tan al unísono.

El detalle revela el carácter de estos guardias civiles, pero es poco más lo que se autoriza al autor de estas líneas que cuente de lo visto durante aquella visita. La UEI, creada en 1978 como GEI (Grupo Especial de Intervención) es la unidad más hermética de la Guardia Civil, por un motivo fundado. Sus integrantes, escogidos con tal grado de exigencia que algunos años el proceso selectivo ha quedado desierto –esto es, ni un solo aspirante ha logrado entrar–, son los llamados a enfrentarse a las situaciones de mayor riesgo; algo así como el último recurso del Cuerpo. Por ello, sus procedimientos operativos y la identidad de sus miembros debe preservarse al máximo.

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El teniente coronel Pedro Alfonso Casado, 'Perico', jefe de la unidad, falleció el 5 de julio tras recibir un disparo en la cabeza en una operación en Santovenia de Pisuerga (Valladolid). Perico es la primera baja en el curso de una intervención en 34 años de historia de la UEI. La bala del máuser del secuestrador traspasó su casco.

No solo no han protagonizado series de televisión, como otros cuerpos policiales de intervención especial, sino que casi no han sido objeto de reportajes periodísticos. Su lema, "Celeritas et subtilitas patrio ('Rapidez y sigilo por la Patria') ya alude a la vocación de pasar lo más inadvertidos posible. Fueron ellos los que extrajeron, materialmente, a Ortega Lara del zulo en el que lo tenían secuestrado, y en su trayectoria hay otras muchas acciones de relieve, con bajas propias y ajenas, pero en ninguno de esos casos han reclamado protagonismo. En las hemerotecas, quien hizo todos esos servicios fue, sin más, la Guardia Civil.

Esta invisibilidad se rompió el pasado 5 de julio de forma luctuosa a causa de la muerte de su jefe, el teniente coronel Pedro Alfonso Casado, en una intervención en la que se trataba de neutralizar a un tirador que estaba atrincherado con un rehén en un piso de Santovenia de Pisuerga (Valladolid).

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Para formar parte de la UEI hay que superar un curso que incluye prácticas de tiro y combate, esquí, buceo, navegación, judo, kickboxing, boxeo, paracaidismo, vigilancia, transmisiones, negociación, explosivos, intervención sanitaria...

Un infortunio en el que se sumaron todos los factores posibles para producir el fatídico desenlace: un disparo al bulto a través de una puerta que da en la cabeza de la víctima y un arma de guerra –un máuser– que impulsa la bala con una potencia fuera de lo común y suficiente para traspasar la puerta y el casco.

Sus compañeros coinciden en apreciar que solo este cúmulo de adversidades puede explicar que el asesino atrincherado pudiera matar a Pedro, o Perico, como todos lo conocían. «En condiciones normales –dice uno de ellos– habría sido imposible, era demasiado listo para eso».

El perfil del jefe fallecido, la primera baja mortal en el curso de una intervención en treinta y cuatro años de historia de la unidad, es representativo de quienes la forman. Llegó a la UEI en el año 2000, como teniente, y desde entonces permaneció allí, donde ascendió sucesivamente a capitán, comandante y, en fin, teniente coronel jefe. Durante esos veintidós años participó en 114 acciones, pero sobre todo aprendió a conocer y mandar su unidad, con una capacidad y un carisma que todos, jefes y subordinados, le reconocen.

Lo definen como un tipo valiente, que no rehuía nunca ir al frente de los suyos, y de extraordinaria condición física –salía a correr todos los días a las seis y media de la mañana, para mantenerla–; pero por encima de todo lo que destacan es su inteligencia, que lo llevó a sacar uno de los primeros números de su promoción en la academia y que fue la clave de su desempeño en la UEI durante estas dos décadas.

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Así se pertrechan los  miembros de la UEI. Desde su creación, en 1978, han liberado a 560 rehenes, detenido a 700 personas (141 de comandos de ETA), resuelto 18 motines carcelarios, 5 secuestros aéreos...

«Para todo encontraba siempre soluciones, con una rapidez alucinante, y eran varias y todas buenas», recuerda uno de los que trabajó con él. Dicen los que lo conocían que estaba siempre estudiando todas las novedades técnicas de un oficio, este de la intervención policial especial, para el que en la década de 1970, cuando se crearon en toda Europa este tipo de unidades como respuesta a las acciones terroristas del grupo Septiembre Negro en las Olimpiadas de Múnich de 1972, apenas había doctrina.

Por eso, al principio la UEI desarrolló la suya propia, pero luego fueron a estudiar la que se había elaborado fuera, en Estados Unidos e Israel, y ya en este siglo han mantenido una relación fluida con otros grupos similares, con los que ponen a punto técnicas y procedimientos.

La formación, destacan los suyos, era otra de las obsesiones de Perico. Por eso potenció el departamento que se ocupa de esa tarea, no solo para los miembros de la UEI, sino también para otras unidades de la Guardia Civil. Por ejemplo, una de las funciones para las que allí se prepara a los agentes es la negociación. Tener un buen negociador no solo permite calar al oponente, obtener información sobre él y sobre el entorno de la acción y ganar tiempo, sino que llevada a término con éxito puede propiciar el mejor de los resultados: hacer innecesaria la intervención, con los riesgos que esta siempre conlleva.

Lo anterior aleja bastante el perfil de estos profesionales, empezando por su jefe, del tipo echado hacia delante o con un arrojo más o menos impulsivo. Si por algo se caracterizan sus intervenciones es por el análisis previo, la evaluación de riesgos y la toma de todas las medidas para minimizarlos. Y durante más de tres décadas ese análisis ha funcionado hasta el extremo de preservar las vidas de los agentes y poder culminar cientos de intervenciones comprometidas. Solo la fatalidad, y un riesgo tan tortuoso como imprevisible, ha podido romper la racha.

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Ejercicio táctico de asalto a un buque en alta mar. La unidad ha realizado numerosas operaciones como esta en la vida real, sobre todo contra barcos utilizados por el narco.

Hay otra cosa que quienes lo conocían cuentan de Perico, y que explica su comportamiento en esta ocasión y en las muchas anteriores en que fue al frente de los suyos para ver de primera mano el terreno y decidir la mejor forma de actuar. Uno de sus compañeros lo resume de esta manera: «Era un tipo noble, nada rencoroso, con un sentido muy desarrollado de lo que estaba mal y lo que estaba bien, en parte porque era muy creyente, y eso le daba también mucha seguridad a la hora de tomar decisiones». Todos coinciden en que ese carácter lo había convertido en un líder que inspiraba y galvanizaba al resto. Su pérdida ha caído como un mazazo en la unidad, aunque queda su figura como modelo.

Lo demostraron en la propia intervención de Santovenia de Pisuerga. Después de varias horas, y gracias a la negociación, el tirador atrincherado liberó al rehén y acabó entregándose. Los hombres de la UEI salvaron así dos vidas: la del rehén y la del asesino de su jefe. Sin rencores, y haciendo lo que había que hacer. Como lo habría hecho Perico, que será ya, siempre, su gran referente.

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